26.11.04

La jura de la bandera!

Una mañana otoñal muy temprano cuando era muy niño aún, recordé que mis deberes de Cálculo no habían sido culminados, es decir, no los había hecho del todo. La angustia matinal de aquel abril en Lima que se mostraba toda cubierta de una espesa neblina y de unas minusculas gotitas,-llamada garúa- que se estrellaban contra mi rostro. Temía lo peor, los castigos más terribles del tristemente célebre Profesor Castilla de una Escuelita Fiscal que se llamaba como la república hermana de Colombia; "Escuela Prevocacional N°417 República de Colombia". Su viejo esqueleto se levantaba sobre dos pisos y escaleras de palo, piso de madera frecuentemente engrasado de petróleo, lo que le daba aún más un aspecto austero de viejo cuartel de provincia. El colegio con sus grandes puertas marrones que daban sobre la avenida Bolivar y un gran patio de recréo que terminaba en retretes y urinarios pestilentes cubiertos de musgos verdes con olor de aguas podridas, había sido fundado en la época de Marianito Prado Ugarteche, cuyo homenaje a la amistad con el embajador de Colombia hicieron honores.

Mi madre me peinó rápido con una raya a la izquierda y una montañita en la frente, yo ya tenía escalofrios de sólo pensar que sería castigado. Se hacía tarde y finalmente llegué y me senté en la última hilera de mesas alargadas que componían el salón de clases.
Castilla resolvía los problemas que había dejado el día anterior y mi angustia se transformó en un cólico intestinal que sufría pacientemente. Cuando terminó, hubo el cambio de cuadernos para la corrección y calificación con notas de 0 a 20 (naturalmente yo tenía 0 y ni vuelta que darle iba a recibir una paliza delante de todo el mundo ; pantalones abajo) . Empezaron a llamar a cada alumno por órden alfabético (mi apellido comienza con la letra S)
Mis compañeros vieron la cara que tenía y el dolor que me corría que tuvieron que decirselo al Profe. El ordenó rapidamente que me llevaran a la dirección en donde